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14 de abril de 2009

¿Lavarropas = Derechos de las mujeres?



"El lavarropas y la emancipación de la mujer. Pon el detergente,
baja la tapa y relájate". La simpática frase no corresponde a un slogan publicitario sino al titular de un artículo periodístico publicado el 8 de marzo en el diario del Vaticano en referencia al día internacional de la mujer. Ni el voto femenino, ni derecho al divorcio, ni condiciones de empleo igualitarias. Para el Vaticano, el mayor símbolo de la liberación femenina lo encabeza -nada más ni nada menos- que el lavarropas.

Julieta Benedetti

El Vaticano considera al lavarropas como el hito de la liberación femenina



por Sibila Camps para Clarín

No ha sido la libertad de poder elegir su novio o marido. Tampoco el voto femenino. Ni el acceso al mercado laboral ni a la universidad. Ni siquiera la capacidad de decidir si tener o no un hijo. Para el Vaticano, la máxima conquista de la liberación femenina es el lavarropas.
En su edición del 8 de marzo, L'Osservatore romano –el diario del Vaticano– aludió al Día Internacional de la Mujer. El artículo, firmado por Giulia Galeotti, se titula: "El lavarropas y la emancipación de la mujer. Pon el detergente, baja la tapa y relájate".
"En el siglo XX, ¿qué fue lo que tuvo más influencia en la emancipación de la mujer? –se pregunta Galeotti–. El debate sigue abierto. Algunos dicen que fue la píldora; otros, la liberalización del aborto, o incluso trabajar fuera del hogar. Sin embargo, otros van más lejos (y proponen): el lavarropas".

Es probable que, al aventurar semejante conclusión doméstica, la periodista italiana haya tomado como referencia a las negras esclavas o a las campesinas que cargaban sobre sus cabezas canastos inmensos, para hacer la lejía –como se decía– a orillas del río. Entonces, la tarea de golpear las pesadas sábanas de hilo contra las piedras, retorcerlas y extenderlas sobre el pasto para que se secaran, equivalía a trabajos forzados.
La autora de la nota sostiene que, después de las guerras, para lograr que las mujeres dejaran la casa, los hombres machacaron con un mensaje: "Casarse pronto, instalarse en forma definitiva en el matrimonio, abandonando estudio y trabajo, era el único destino capaz de permitir a las mujeres la realización de su verdadera naturaleza, todo lo cual –y ésta era la gran novedad de la modernidad– podía y debía ser hecho sin esfuerzo ni fatiga. Cine, televisión, diarios, publicidad, médicos, psicólogos y sociólogos, todos revelaron a las mujeres su agradable y gratificante vocación".

Galeotti se remonta a los orígenes del lavarropas, y rescata que el primer prototipo rudimentario fue inventado, en 1767, por un teólogo, el alemán Jacob Christian Schaffern. "Al principio, las máquinas eran muy voluminosas –recuerda la periodista–. Pero rápidamente la

tecnología creó modelos más estables, livianos y eficaces".
Esto permitió, según Galeotti, alcanzar "la sublime mística de 'cambiar las sábanas dos veces por semana en vez de una' ", frase que atribuye a la célebre feminista estadounidense Betty Friedan. Y así se llegó a la imagen de "la supermujer en el hogar, sonriente, maquillada y radiante entre los electrodomésticos de su casa".
Podría pensarse que el artículo cuestiona el estereotipo del ama de casa, pero no es así: según Galeotti, gracias a las lavanderías públicas, aun las mujeres pobres americanas pudieron salir del hogar y tomarse un cafecito con las amigas, mientras el magnánimo invento masculino hace su trabajo.

L'Osservatore romano incluyó otro artículo, en el que analiza "La Iglesia y la revolución femenina". Allí, la periodista Lucetta Scaraffia recuerda que la Iglesia católica "se opone con fundamento y con razón a la teoría artificiosa del género". E interpreta que, "si la concepción puede ser hecha por un científico en un laboratorio, la diferencia entre masculino y femenino parece perder relevancia".
Para mal y para bien, la vida de las mujeres no está encapsulada en probetas ni tambores de los lavarropas, ni siquiera automáticos.




6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que podemos esperar de la iglesia católica más que su siempre y eterna fidelidad al desprestigio del sexo femenino.

Despertad mujeres que nuestros derechos frente a toda empresa política sólo los podemos defender nosotras.

Sldos.

Flor D dijo...

Creo que lo raro hoy en día sería esperar un comentario justo y adecuado de la iglesia católica.

Nani dijo...

Coincido con los comentarios. Mucho no se puede esperar de la Iglesia, pero es peor saber que lo escribió una mujer eso. Le prestaron atención al lavarropoas scmo si la pastilla anticonceptiva o el voto femenino no son hubiesen existido jamás.
Muy, muy mal. No me caen bien los de la Iglesia...

MSR dijo...

A mi tampoco, Nani

Paula dijo...

Definitivamente, la Iglesia católica sigue sumando puntos en contra.

Matías Lértora dijo...

La verdad es que me venía dando asco los últimos comentarios y declaraciones de la iglesia, tales como que el uso del preservativo aumenta "el problema del sida" y el levantamineto a las excomuniones...
Pero ahora veo algo de justicia divina, veo que los muchachos de sotana se están redimiendo...
jajajjajajajaj


No!!! que se puede esperar de estos tipos que lo único que le queda es la guita que juntaron (y que lamentablente todavía juntan) a expensas de la fe de la gente.

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