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3 de abril de 2009

Kelly Reichardt, en el BAFICI

Del diario del Bafici, Sin Aliento



Proyectamos sus largos, mostramos sus cortos y editamos un libro. Pero no alcanza. La queríamos entre nosotros y aquí está. Kelly Reichardt, invitada ilustre del Bafici, revela se extraño encantamiento que ocultan sus películas, esas road movies minimalistas y entrañables que son River of Glass, Old Joy y Wendy and Lucy. De paso, habla de su ciudad, de música, del sueño americano y de las dificultades de ser mujer en la industria del cine norteamericano.
Texto inicial




Entre River of Glass y Old Joy pasaron diez años. ¿Qué ocurrió en el medio?

Tuve como una especie de descanso obligado: no pude conseguir dinero. Por aquellos años no había muchas mujeres haciendo películas. Me sentía muy frustrada. Empecé a hacer películas más chicas, me sentí desplazada. Independiente o no, finalmente lo que parece importar es que una película gane dinero. Y ese terreno está dominado por hombres. Es claramente un problema de género. Si el protagonista, el director y el productor son mujeres, se tiende a pensar que es 'una película de mujeres'. Y eso no vende. La industria pide un thriller o algo más convencional; existe la idea de que una película hecha por una mujer no da dinero. Cuando hice River of Glass mi película era invitada a festivales específicos, de temáticas femeninas; no podía formar parte de otros. Creo que ahora las cosas son diferentes, al menos un poco mejores.

Con sólo tres películas realizadas, ya se puede decir que tenés un estilo propio, personal...

Creo que tiene que ver con el mundo que intento mostrar, que está alejado de la industria: 'ellos no me quieren a mí, yo no los quiero a ellos'. Hago películas con un equipo muy reducido, es un ámbito íntimo, por eso las historias - desde su origen hasta su realización - son mínimas. Así es como funciona para mí; no estoy cómoda con mucha gente dando vueltas, patovicas con walkie talkie y esas cosas. Y eso termina por plasmarse en la película, como en Wendy and Lucy. En un comienzo nos pasaba algo similar al personaje de la película: no teníamos dinero y nos salía todo mal.

Los guiones parecen ser muy simples, ¿cómo los trabajás?

Es distinto para cada film. Con John Raymond trabajamos a partir de una historia corta y la adaptamos en un guión, al que le aportó cuestiones personales. En Wendy and Lucy, por ejemplo, no hay demasiada improvisación, pero sí en Old Joy, sobre todo porque estábamos atados a condiciones ajenas al film.


En tus películas los lugares tienen tanta importancia como los personajes, inclusive hay una adaptación de estos al espacio...

En ese sentido me veo influenciada por fotógrafos como Robert Adams o Steven Sore, artistas que trabajan con el paisaje, y en los guiones tratamos de que los personajes se vean un poco afectados por ello. Todo sucede en Oregon, porque John vive allí, yo crecí ahí, Todd Haynes - amigo y productor - también es de ahí... Así que cuando pienso en imágenes, aparece la ciudad.

Tus tres largometrajes tienen la forma de una road movie engañosa, en la que los viajes terminan por ser interrumpidos...

La idea es apartarse de los típicos rótulos que construyeron la leyenda de la road movie, con el héroe y su imagen de rebelde, y esa cosa estereotipada, y esa cosa estereotipada que llegó hasta ser eslogan de una cadena de hamburguesas ('Break all the rules!'), y todo lo que significa 'el sueño americano': el mito de viajar al oeste y encontrar una vida mejor. Creo que el espíritu original de outsider del género es el que finalmente lo terminó por transformar en insider. Por otro lado, pasé mucho tiempo atravesando el país de un lado al otro, porque vivo en Oregon pero doy clases en New York, y para filmar Old Joy viajé mucho buscando locaciones, y otros siete meses para Wendy and Lucy... Yo misma tengo esa sensación o la necesidad de moverme, esa posibilidad de descubrir algo nuevo. Me identifico con todo eso. Justamente ahora estoy trabajando en un western de fronteras.

¿Cómo fue trabajar con Yo La Tengo en la música de Old Joy?

Peleamos como locos. Somos muy buenos amigos pero trabajar juntos fue muy difícil, todos querían ser los jefes. No fueron nuestros momentos más felices, pero todo salió muy bien y son gente muy generosa.

¿Cuáles pensás que son tus influencias y referentes?

Es muy difícil determinarlo. Me cuesta ver mis películas y reconocer una influencia puntual. Supongo que es una mezcla de un montón de cosas que comparto con la gente con la que trabajo; diferente música y sonidos, y finalmente realizadores: Nicholas Ray, Douglas Sirk, Anthony Mann, Abbas Kiarostami, Satyajit Ray, Fassbinder, y Killer of Sheep (Charles Burnett), una película increíble. También Lisandro Alonso, Carlos Reygadas... El hecho de enseñar cine posibilita descubrir muchas cosas diferentes.

La charla con Kelly Reichardt se realizará mañana a las 17, en el Espacio Bafici (Guardia Vieja 3332), y será moderada por Sergio Wolf. Lamentablemente, las entradas para las funciones de Wendy and Lucy están agotadas, pero hasta que milagrosamente sea lanzada en DVD (quizás), se puede disfrutar del talento de Reinhardt mirando el trailer.

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